Una publicación en
la década del 40 mostraba las particularidades económicas, sociales y
naturales del entonces término municipal de Gibara.
El libro publicado en Santiago de Cuba dedicó cada
capítulo a un término municipal del Oriente y a ello debe su nombre: Oriente
Contemporáneo.
Para esa década del 40 Gibara contaba con una superficie
de 992 km2, una población de 30 705
habitantes y 14 barrios municipales entre los que se encontraban Potrerillo,
Fray Benito, Bariay, La Palmita, Rabón, Yabazón, Cantimplora, Bocas, Blanquizal
y Gibara la cabecera dividida en dos barrios Norte y Sur.
Las producciones fundamentales eran la ca;a de azúcar, frutos menores y ganado. El término poseía
yacimientos mineros de cobre, plomo, y oro, un central azucarero y se destaca desde entonces como atracción
turística la Cueva de los Panaderos.
Oriente Contemporáneo realizó un análisis de la
etimología de la palabra Gibara, de la tesis del arribo de Colón a la Villa, de
la historia política y social, de las
creencias, entre otros temas.
Narra el libro que para cuando se declara la bahía de
Gibara como puerto habilitado:
Comenzaba
a acusarse la realidad de un pueblo progresista y hermoso, cuya ufanía mayor le
venía de saberse junto al puerto abrumado de mástiles activos, es decir de
embarcaciones febrilmente dadas a la
tarea de un comercio de cabotaje intensísimo; y en los muelles, los paseos, en
los centros de reunión y en las calles,
la vida gibare;a cobraba cada día sabor mas acentuado a júbilo, a optimismo y
prosperidad.
Por real orden el 26 de junio de 1875 quedó Gibara
constituida en municipio. Arribaba por esta época Gibara al clímax de su
pujante progreso, lo que se revelaba en la magnificienciaaristocrática de una
sociedad enriquecida y selecta.
Cuenta Oriente contemporáneo que entre las tradiciones
se encontraban las tardes taurinas, el teatro, la festividad del patrono y las
solemnes celebraciones por semana santa.
Como dato curioso refleja el libro que fue por
Gibara que la dominación espa;ola
deportó a Tomás Estrada Palma y también
recibido , a su regreso a Cuba, ya
electo presidente de la República el 20 de abril de 1902.
Sobre los encantos naturales de la Villa, Oriente
Contemporáneo hace una descripción de lo que significaba para la década del 40 Gibara como centro de veraneo
y esparcimiento para las provincias orientales. Lo cuenta de esta manera:
(…)Sus
playas magnificas, su privilegiada ubicación, sus brisas atlánticas, y la ideal temperatura que reina durante el
estío, hacen de ella un magnífico sitio donde pasar la estación de calor(…)
Gibara constituye en efecto, un paraje de peregrinas bellezas naturales, tanto que contemplarla
desde la Loma de la Vigía, por ejemplo, que se alza al fondo de la población ,
equivale al disfrute de un espectáculo grandioso, de una visión
impresionante en que la luz, la piedra y la espuma, asocian lo imponderable y
lo corpóreo, para regalo de los ojos
mortales y de los ojos del espíritu.