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lunes, 16 de abril de 2012


Pocos gibareños vaticinaron el regreso del festival.  Una suerte de legado del cineasta amigo de Gibara Humberto Solás.  
 Hoy cuando la utopía vuelve a convertirse en realidad, todo el pueblo   se  dispone  a participar y a ser protagonistas  de  estos días de festival.    Más que espacio de intercambio cinematográfico y fiesta popular, el cine pobre (como se le dice simplificando un poco el nombre)  se ha arraigado en la gente, en los gibareños como un elemento más de tradición e identidad de la Villa Blanca.

En esta ocasión, que el festival ha vuelto a su sede, los gibareños debemos hacerlo más nuestro, demostrar lo importante que  representa Gibara como protagonista de cada momento y espacio.
Muchas son las expectativas con esta edición, el rodaje de una película  con historias de los habitantes de esta villa, la presencia de importantes figuras del cine cubano,  y los tantos artistas que llegan cada abril y se interrelacionan  con los gibareños.








Bienvenido pues, esta décima edición, en la que estará el corazón y el alma de todo un pueblo, latiendo al compás del Viva  Gibara.

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